miércoles, 13 de julio de 2011

José Orihuela lanza su obra más inquietante: El Proyecto Salvación.



La editorial Sarriá publica esta ópera prima narrativa basada en la consecución de la inmortalidad · El autor, doctor en Filosofía, maneja las limitaciones vitales y dudas del ser humano
EL CAMPILLO. La editorial Sarriá acaba de sacar a la luz la ópera prima literaria de José Orihuela Guerrero, gaditano nacido en San Roque en 1961 y afincado en Huelva desde mediados de los años ochenta, primero en El Campillo y después en Nerva, el corazón social y político de la Cuenca Minera de Río Tinto. Bajo el sugestivo título de El Proyecto Salvación, el libro navega por una narrativa muy original y que la crítica califica ya de “francamente inquietante”. El autor, doctor en Filosofía, se rebela contra un mundo en el que “parece que hay que pedir perdón por opinar, en el que no expresamos lo que pensamos por temor a ofender a alguien”.
Orihuela, que presentó la publicación el pasado viernes 10 de junio en El Campillo (en un acto que suponía, en paralelo, la despedida de la socialista Encarnación Palazuelo como alcaldesa de la localidad salvocheana), propone al lector salir de su entorno vital inmediato a través una evasión literaria profundamente provocadora que le impulse, mediante las peripecias en las que el texto le sumerge, a reflexionar sobre el sentido de su existencia. Dicho con palabras del propio escritor: “Se trata de agitar al lector para que se vea obligado a invadir críticamente su propio yo”.
El protagonista, Pepe, da clases de Filosofía en Bachillerato dentro de una comarca minera en declive, dedicando su tiempo de ocio a pasear con sus hijos y a charlar con los amigos sobre los más variados asuntos. De ese modo desfilan por las páginas del texto cuestiones relacionadas con la docencia, la física teórica, la exobiología, las relaciones de género, la política, la religión y otra serie de cuestiones sociológicas y antropológicas. Así cierra el autor el primer acto, donde presenta una determinada visión del mundo, a caballo entre la autobiografía y el ensayo científico-filosófico.
Pero, antes de acomodarse en la lectura, de repente, al comienzo de la segunda parte, el relato da un brusco giro. El detonante, un inesperado y extraordinario acontecimiento que proyecta al protagonista hacia un tiempo futuro desde el que presenta una posible línea de evolución de los asuntos que hoy día afectan al ser humano. El trasfondo, la inequívoca intención de tratar de discernir qué parte de lo que denominamos la condición humana responde a una realidad más o menos perdurable y qué otras cuestiones no son más que productos perecederos de una coyuntura histórica provisional.
José Orihuela adentra al protagonista en un mundo nuevo, donde correrá alucinantes aventuras y se relacionará con personajes y situaciones que, como en la vida misma, comenzarán pareciéndole una cosa para terminar resultando ser otra muy distinta. Allí se debatirá entre su fascinación por Acmir y su admiración por el entrañable Enor, seres que provocarán el desmoronamiento de una buena serie de sus prejuicios en el marco de los asombrosos logros de la tecnociencia y la ingeniería política del futuro a la par que se enfrenta a entornos hostiles poblados por bestias espantosas.
La tercera parte devuelve al personaje principal al tiempo presente, al entorno minero, pero también a su San Roque natal, introduciendo al lector en la apasionante peripecia que supone la difusión efectiva del llamado Proyecto Salvación, según Orihuela, “la idea más genial y revolucionaria que ha extraído de su alucinante viaje al futuro”. El objetivo no es otro que conseguir la inmortalidad (una alegoría de la fuente de la eterna juventud) para todos los seres humanos habidos, existentes y futuros mediante procedimientos estrictamente tecnocientíficos.
José Orihuela se pregunta en su manuscrito cómo debe entenderse esta obra. Él mismo responde a esa cuestión: “Podría parecer una construcción extravagante cuya tesis de fondo denota una cierta inmadurez emocional para aceptar las limitaciones de la existencia. De otro lado, supone un intento manifiesto de que los lectores afronten su vida desde las grandes cuestiones relacionadas con la convivencia humana y con su mortal desenlace, y no bajo los parámetros del trivial marketing ideológico del consumismo ramplón que el capitalismo impone”. Sin duda, en línea con sus palabras, “también puede entenderse como una sátira y parodia de la ufología y, desde luego, es clara su pretensión de homenajear a la novela de aventuras”.
A lo largo de las más de cuatrocientas cuarenta páginas del texto, el lector asiste a una mezcla de géneros tales cono la divulgación científica y la ciencia ficción, la biografía intimista, el ensayo filosófico y de prospección científica y la utopía. Resulta especialmente destacable la originalidad y osadía con que se afrontan todas las cuestiones capitales que desfilan por el libro. Así, El Proyecto Salvación es algo más que un texto literario, pues, en su seno, porta un manifiesto filosófico que “pretende superar tanto las hasta ahora inútiles ilusiones salvíficas de las religiones al uso como los tristes e impotentes consuelos filosóficos ante la inevitabilidad de la muerte”.
Según el filósofo José Orihuela, la obra contiene y supone una “invitación a un acto político, la realización efectiva del insólito proyecto, cuestión que, desde luego, no nos es indiferente a ninguno de nosotros. El reto está lanzado”. La obra denota la pasión del autor por su profesión, por entender y hacer comprender los pensamientos. Reconoce, incluso, la influencia que han tenido en el trabajo casi todos los grandes: Verne, Ridder Haggard, Poe, Lovecraft, Stoker, Tolstoi, Balzac, Melville, Hesse, Sagan, Asimov, Hemingway, Baroja, Wells y Mary Shelley. Se ve que detrás del escritor se oculta un gran lector, un incansable aprendiz que ya es maestro del arte y de la premonición.